Hola, lectores de incesto. Quiero narrarles como mi hermana y yo nos iniciamos en esto del amor filial.
Lo primero de esto es presentarme. Me llamo Miguel, tengo ahora 19 años, pero cuando esto se inició tenía 17. No soy alto, sobre metro setenta, 70 kilos, moreno, creo que lo que se podría decir como uno más. Estudio primer año de carrera y todavía no he hecho exámenes, así que no se que tal será.
Para hacer el amor se necesitan dos personas, y en este caso mi amor se llama Natalia. Ahora tiene 21 años. Al igual que yo es morena, metro sesenta y cinco más o menos, pelo largo, lacio, y para mi gusto un cuerpo perfecto, que incluyen un culo muy bonito y unas tetas de buen tamaño sin ser algo exagerado.
La verdad es que de siempre había tenido una magnífica relación con mi hermana, pero aquel verano la cosa fue totalmente diferente. En mi casa somos cuatro, mi padre, Miguel, igual que yo, 48 años, empresario, que si bien no es rico si gana lo suficiente para poder vivir bastante bien. Mi madre, Maribel, 45, ama de casa desahogada, ya que tiene ayuda para llevar las tareas domésticas por una chica que va todos los días a casa.