María (Lina Romay) es sentenciada a cadena perpetua por el asesinato de su padre sexualmente abusivo (Jess Franco). A su llegada a la prisión, se encuentra con la conserje sádica de sangre fría (Monica Swinn) y la despiadada e igualmente sádica Dra. Costa (Paul Müller). Juntas, las das torturan y abusan sistemáticamente a las internos, incluida María, que organiza un plan para rebelarse y escapar. Esta ``trama'' sirve como una excusa para que Franco represente innumerables escenas de violencia ridícula y sexo sórdido, que incluyen citas lésbicas, violaciones y masturbación femenina, con la lente de zoom salvaje del director realizando exámenes ginecológicos de cerca siempre que sea posible.
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