I
En aquella época yo era un adolescente. Las hormonas revoloteando, cada chica que veía me excitaba y muchas veces me empalmaba, a veces hasta en medio de clase. El primer día de clase, llegaron nuevas alumnas, una de ellas era Amanda, una chica de mi edad, delgadita y pelirroja. En clase no podía evitar observar su culo que, aunque no era grande era apretadito y respingón y unas tetas pequeñas.
Durante dos semanas me era imposible no quedarme hipnotizado por esa chica, me excitaba, mi polla se ponía dura pero no llegaba a empalmarse del todo. Como os decía tras dos semanas no paraba de pensar en ella, en casa me pajeaba pensando en ella, sin embargo, un día en educación física llegué a una excitación extrema. Aquel día teníamos que correr en el patio del instituto durante 20 minutos así que toda la clase comenzó a correr a eso de las 10 de la mañana.
Mientras corría no podía dejar de observar a Amanda sudada, por su cuello caía gotas de sudor y no paraba de pensar en cómo estaría su coño. A cada minuto que pasaba me ponía más y más cachondo. Tras terminar de correr nuestro profesor nos dejó juego libre, las chicas empezaron a jugar volleyball y los chicos fútbol, durante un rato pude olvidarme de Amanda.